3/2/12

Te desnudé entre llantos y temblores sobre una cama abierta a lo infinito, y si no tuve lástima del grito ni de las súplicas o los rubores, fui en cambio el alfarero en los albores, el fuego y el azar del lento rito, sentí nacer bajo la arcilla el mito del retorno a la fuente y a las flores. En mis brazos tejiste la madeja rumorosa del tiempo encadenado, su eternidad de fuego recurrente; no sé qué viste tú desde tu queja, yo vi águilas y musgos, fui ese lado del espejo en que canta la serpiente. Julio Cortázar
**Zaira**

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